Algo así no sucedía desde 1983. La expedición número 57 a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) se quedó ayer con las ganas de ser puesta en órbita para continuar viaje hacia la plataforma. Justo dos minutos después del lanzamiento de la nave Soyuz MS-10, se detuvo la combustión en las toberas del cohete Soyuz FG que la propulsaba y entró en acción el sistema de eyección de la cápsula, que regresó de nuevo a la Tierra con los dos tripulantes sanos y salvos.
El fallo tuvo lugar mientras se desprendían los fuselajes laterales de la primera fase del cohete y cuando debería haber empezado a quemarse el combustible de la segunda fase, algo que no sucedió. A continuación, el cosmonauta ruso, Alexéi Ovchinin, y su colega estadounidense, Nick Hague, se pusieron en comunicación con el centro de control espacial para recibir instrucciones.
Ninguno de los dos sufrió ni siquiera un rasguño. La eyección permitió a la Soyuz MS-10 se desacoplarse del cohete y abrir sus paracaídas. La nave se posó sin problemas sobre la estepa de Kazajistán, a 20 kilómetros de la localidad de Zhezkazgán. Pero lo sucedido reviste una gravedad enorme. La última vez que un lanzamiento fue abortado se remonta a 1983.
De momento, han sido suspendidos todos los vuelos previstos mientras no se inspeccionen los cohetes Soyuz-FG disponibles actualmente, declaró ayer viceprimer ministro ruso, Yuri Borísov. La verificación será llevada a cabo en la factoría RKTs «Progress» de Samara, que es en donde se fabrican estos propulsores. Se ha creado al efecto una comisión de investigación de Roskosmos, la agencia espacial rusa.
Borísov subrayó que «ahora mismo el único vínculo entre la estación espacial y la Tierra son las naves Soyuz».
Rusia ha sufrido en los últimos años otros percances en su industria espacial. Perdió una nave carga Progress y cohetes Proton, empleados para poner en órbita satélites artificiales. Rogozin, tuvo que reconocer que la crisis económica había obligado al Gobierno a aplicar recortes en el programa espacial.
Ha tenido que producirse un grave fallo en la maniobra de puesta en órbita de una nave Soyuz justo cuando el jefe de la NASA, Jim Bridenstine, asistía al lanzamiento y en el marco de una visita para negociar los términos de un futuro acuerdo con Roskosmos, la agencia espacial rusa. El actual convenio expira en abril de año que viene y Estados Unidos sigue dependiendo de Rusia para llevar sus astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS).
El viceprimer ministro ruso, Yuri Borísov, advirtió en la víspera del viaje de Bridenstine que el último lanzamiento previsto de una Soyuz a la plataforma orbital llevando a bordo astronautas norteamericanos tendrá lugar en abril de 2019 y que la prolongación del acuerdo peligra debido a las actuales malas relaciones entre Moscú y Washington. «Nuestra cooperación puede estar tocando a su fin», dijo Borísov.
Pero la NASA sigue interesada en tener a los rusos como socios en vuelos espaciales. Así lo aseguró Bridenstine el pasado martes en Moscú durante una intervención ante los estudiantes de la Universidad Estatal de Moscú (MGU). Según sus palabras, Rusia y EE.UU. «pueden colaborar juntos en vuelos a Marte y la Luna».
La NASA planea colocar una plataforma orbital en torno a la Luna para 2024 y enviar más adelante una misión tripulada a Marte, proyectos para los que, añadió, «necesitaremos socios internacionales y a Roskosmos nos gustaría que esté a bordo».