Miles de venezolanos, a día de hoy más de dos millones, han huido o huyen de la peor crisis económica, política y social de la historia reciente de Venezuela. Al principio solo los ciudadanos más pudientes estaban a disposición de salir para conseguir una vida mejor. Ahora la imagen es otra: la de miles de personas andando por carreteras, cargando bultos y mochilas, tratando de cruzar las fronteras.
La mayor inflación registrada en el mundo se ha visto acompañada del desabastecimiento de alimentos, productos básicos y medicinas. Por otra parte, la falta de recursos para la atención médica ya no se limitada únicamente a medicinas o material quirúrgico, sino que ya se ha registrado falta de agua potable en hospitales y centros de salud. De esta forma, la crisis económica es crítica.
Venezuela vive un importante incremento en términos de violencia y delincuencia. Desde el mes de abril de 2017, cuando se sucedieron las mayores protestas de la
historia del país y en las que murieron más de 300 personas, las detenciones no han cesado. Además, la inestabilidad política y las constantes protestas sociales no han ayudado a que calmar los ánimos de la sociedad, crispada ante la falta de recursos y seguridad.
El momento es caótico. Expertos describen el éxodo venezolano como la mayor ola migratoria de la región en los últimos cincuenta años, registrado la salida de en torno 7 o 10 por ciento de la población total del país. Y es que, a pesar de que ha habido otras olas migratorias importantes en América Latina, la venezolana es característica por no ser consecuencia de una guerra armada y por ser la que más salidas ha registrado en un periodo de tiempo menor.
No se conoce a ciencia cierta cuántos venezolanos han intentado escapar de la crisis, pero la Oficina de la Organización de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios estima que, al mes de junio de 2018, la cifra ya rondaba los 2,3 millones de personas. Pero la cifra es desconocida, también porque la llegada de venezolanos a otros países vecinos es a veces para abastecerse únicamente. En cualquier caso, las cifras son de las mayores de la historia en la región.
Los dos únicos casos comparables en términos de volumen serían los éxodos de Centroamérica durante los años 80 y el de Colombia en las últimas décadas, aunque ambos casos muestran diferencias con lo sucedido en Venezuela.
En el primer caso, una serie de guerras civiles sucedidas durante la década de los años 80 en Nicaragua, El Salvador y Guatemala empujaron a uno o dos millones en total de personas fuera de dichos países. La violencia afectó a los tres países, pero fueron los salvadoreños los más castigados. De hecho, aún hoy en día lo siguen siendo por la presencia de maras y grupos de narcotráfico, algo que ha llevado a que la emigración haya sido un constante goteo. Primero hacia Honduras y Guatemala y posteriormente a México y Estados Unidos.