El descubrimiento se considera excepcional: la erupción del Vesubio, en el año 79 d. C., convirtió el cerebro de una víctima en vidrio por el elevado calor, que alcanzó los 520 grados centígrados. Por primera vez se han encontrado minúsculos fragmentos de cerebro, no solo carbonizado como el resto del cuerpo, sino vitrificado por el inmenso calor.
La erupción del Vesubio destruyó con aludes de lapilli y cenizas ardiendo Pompeya y Herculano, sepultando en pocas horas toda el área vesubiana hasta una distancia de 20 kilómetros del volcán. En las excavaciones realizadas en la década de 1960, se encontraron entre las cenizas volcánicas una cama de madera y los restos carbonizados de un hombre. Los arqueólogos creen que era el custodio del Colegio de los Augustales, un edificio dedicado al culto de Augusto. Probablemente dormía y se encontraba solo en el edificio cuando fue sorprendido por la erupción.
Entre los restos carbonizados de hace dos mil años, se han encontrado restos de materia cerebral convertida en vidrio. Según el profesor Petrone, es un descubrimiento extraordinario, la primera vez que ocurre en una excavación arqueológica: «Me di cuenta de que algo brillaba en la ceniza, entre los restos del cráneo había fragmentos vidriosos negros, como la obsidiana (roca volcánica vítrea), pero muy friables. Tomamos algunas muestras. El análisis reveló ácidos grasos, triglicéridos y cabellos humanos. No podía ser otra cosa que cerebro». Hicimos análisis y encontramos siete proteínas altamente representadas en el tejido cerebral humano. Con esto, ya no había más dudas», señala el arqueólogo.
El proceso físico de la vitrificación es un indicio que sirve para comprender mejor lo que pudo suceder en aquella catástrofe, con los habitantes de Pompeya y Herculano sepultados por cenizas y lapilli con una temperatura infernal: «Es fundamental desde el punto de vista de la reconstrucción del evento volcánico explica Petrone. La vitrificación es un efecto de la exposición muy breve a altas temperaturas. Estamos hablando de un rango muy específico, entre 370 y 520 grados centígrados». En pocos segundos, el Colegio de los Augustales se convirtió en un infierno: «La muerte del custodio fue instantánea. Fue encontrado en la cama, probablemente estaba durmiendo», concluye Petrone.